19 de enero de 2013

Él está ahí

Todos los días lo siento cerca, está por ahí, en cada rincón, en cada momento de mi vida. Lo siento cuando canto a pleno pulmón una canción en mitad de uno de mis atascos diarios de camino al trabajo, porque pongo toda mi alma en cantar esa canción, sea cual sea y sé que él haría lo mismo. Él está ahí. 

Lo siento cuando se me hincha la vena y le pego cuatro voces al mediocre de turno en el trabajo, cuando le digo a mi jefe "hala venga, esto es increíble, ni de coña...", o "pues no estoy de acuerdo y PUNTO", a riesgo de que me despida de inmediato. Esa valentía, o mejor dicho, esos "cojones" que le echo no son cosa mía, él está ahí. Son sus genes los que salen, no lo puedo cambiar ni quiero hacerlo, porque bien orgullosa estoy de ellos. 

El sentido de la responsabilidad, exagerado y hasta obsesivo, que tengo hacia el trabajo, la necesidad de contarlo todo a mi familia como una forma de terapia. Recuerdo que él siempre le contaba sus problemas en el trabajo a mi madre, yo retengo muchísimas y de hecho luego ya de adolescente él me las contaba..."aquel compañero pelota que me quería hacer la cama al que tuve que poner en su sitio...", o cuando me decía "hija, nunca permitas que nadie te pise, tú sabes hacer tu trabajo y eso es lo que importa". He crecido con unos valores que me sirven de armadura, escudo y hasta casco en este paseo por la vida, nadie me los puede quitar porque...él está ahí. Él me los puso como si de un ritual de Camelot se tratara, como si él fuera el Rey Arturo y yo un caballero deseoso de servir al reino. Con la misma ilusión, la misma entrega y la misma confianza. 

Sé que no podría decir que yo veneraba a mi padre cuando estaba vivo, porque me tocaba mucho la moral muchas verdades que me decía, tenía la santa virtud de decir lo que pensaba sin contemplaciones, sin adornos, sin nada. Las cosas solo tienen un nombre y él lo pronunciaba. Cuando decidí irme a Inglaterra él no me dijo "toma este dinero, hija, para vivir allí". No. Él sabía que yo había ahorrado tras trabajar dos años y medio en un hotel del casco histórico de Toledo, echaba más horas que un sereno pero ahí me logré mis primeros ahorros.  Primero conseguí una beca de tres meses todo pagado y cuando volví por Navidad, yo quería más. Así que en Enero decidí volver a pasar un par de años por allí, con el dinero justo para vivir allí dos o tres meses (al cambio de la libra, estoy tirando por lo alto), sin trabajo y sin casa, todo lo tenía que buscar según aterrizase por allí. Él solo me dijo esto: "En dos semanas estás de vuelta con el rabo entre las piernas". 

Y aquella frase me bastó para obtener la fuerza y los cojones que necesitaba, de modo que me puse a dejar currículums en cada ETT de la ciudad, me presenté a todas las entrevistas, vivía en la misma pensión donde había estado tres meses pero esta vez, pagando, en la asquerosa buhardilla claustrofóbica del último piso de la casa, sin derecho a la cocina, sin nada. Me duchaba y me arreglaba para las entrevistas en un espejito tamaño mínimo...pues en dos semanas exactas, dos semanas, estaba trabajando de recepcionista en un hotel del centro de la ciudad, yo, la guiri, con mi inglés "made in Spain" y con tantas ganas que lo primero que hice tras firmar el contrato fue llamar a España y pedir hablar con él (nunca cogía el teléfono). "Papá, ya tengo un trabajo, y no friego platos, soy recepcionista de hotel, qué te parece". Su respuesta me hizo sentir la chica más feliz del mundo "lo sabía, tú vales mucho, cómetelos a todos, que tú puedes". 

Y entonces ahora lo venero. A él. 

Recuerdo cuando ya vivía sola en Madrid e iba a pasar casi todos los fines de semana a Toledo. Sieeeempre la misma frase a las seis de la tarde, él en su silla y yo en el sofá viendo tv con mi madre "pero hija, no te sientes muy sola allí en Madrid, tan solita...". Yo siempre decía "no papá, si no tengo ni tiempo de sentirme sola". Creo que jamás me sentí sola solo de pensar que él pensaba en mi soledad, como que me forcé a mí misma a no estarlo. 

Me aprendí la letra de varios boleros porque quería cantarlos con él. Nos dejamos varios por cantar juntos, pero sí repetimos alguno que otro que los tengo en mi memoria, como parte de la banda sonora de mi vida. "Nostalgia" de Iva Zanichi, él lloraba mientras la cantaba, era hermoso cantarla juntos a viva voz, a veces hasta nos inventábamos la letra. El amor por la música es otro gen que me ha dejado él como legado, quizás es del que estoy más orgullosa, porque amo la música y amo cantar más que el comer con los dedos, justamente igual que él. Si había un programa de música en tv, era aquello lo que veíamos todos, si sonaba una canción bonita, el mundo se paraba para que él la escuchase, todos nos parábamos de hecho, qué autoritario el jodío con sus "callarse todos, que esto me gusta". 

En lo sentimental fue el más intransigente pero también mi mejor consejero: "No te conformes con cualquiera, estás muy bien sola y tienes a tu padre que te quiere con locura y a tu familia...". Suena un poco posesivo, pero él solo pretendía protegerme, en realidad me protegió de alguno que otro con su actitud, me parto de risa solo de pensarlo! Sé que él era feliz si sus cinco hijas se quedaban solteras y enteras para nada más que vivir su vida y adorarlo a él, pero también sé que él era -y es- feliz viéndonos compartir nuestras vidas con una buena persona, con un alma afín, un compañero. Me quedé con las ganas de que él viera que yo lo había conseguido, sin buscarlo, pero ahí estaba yo, en un país tan lejano, casándome con ese compañero, con mi madre y una de mis hermanas tan solo como testigos de mi familia. Él estaba ahí y así lo sentí, o quise sentirlo. El día más bonito de mi vida sin él, pues qué increíble que pensé en él y sonreí todo el día, no fue por las fotos que siempre salgo horrible sonriendo!

Todos los momentos claves de mi vida están marcados por su presencia, en vida o ahora que no lo puedo besar ni abrazar. No importa, puedo hablar con él y hasta recibo respuesta, quizás me la invento yo, pero sabiendo como era, creo que acierto y todo. No sé dónde estará él ahora, pero espero que se sienta cómodo y sobre todo, quiero que se sienta tranquilo porque soy feliz, porque estoy igual de loca que antes o más y porque no me olvido de él, jamás, es mi referente para mi mala leche, mi impulso y mi bocaza grande, no me callo nada ni me asusto ante nada. Qué curioso que lo único que me asusta en esta vida es conducir de noche con lluvia, justo igual que a él, que jamás quiso sacarse el carné de conducir!

Lo único que lamento es que se fue muy pronto y no le dije suficientes veces lo mucho que lo quería. Y que aquel día en el hospital, cuando cogió mi mano y me dijo "eres una gran mujer" y me besó mil veces, no supe ni contestarle. 

Tampoco supe llorarle bastante; de nuevo mi trabajo me hundió en la miseria de la falta de tiempo y de esto también me lamento cada día de mi vida. Mi asqueroso sentido de la responsabilidad me impidió el luto que se merecía. Pero hasta de eso ya he aprendido gracias él. 

Maldigo al cielo que se lo llevó tan deprisa y aún lo miro y me enfado, porque lo envidio por tenerlo allí y no aquí con nosotros. Lo miro y lo miro...él esta ahí, aunque no lo vea entre tantas nubes. 

Te quiero, papá.

















10 comentarios:

  1. qué gran hombre!! que suerte he tenido de conocer parte de su legado, su gran hija!. Sigue sonriendo! porque eres preciosa por fuera y más por dentro.

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    1. Tú sí que eres preciosa! Y yo sí tengo la suerte de conocer a tu gran padre, es un bendito jajajajaja

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  2. Bendita hija de tu padre! No sé si maldecirte o adorarte, por tus letras. Porque me han bastado cuatro o cinco párrafos para echarme a llorar. Porque, con tu pluma, me has llegado a lo más hondo del sentimiento, tocándome la fibra de tal forma que he tenido que acabar leyendo tu escrito con los ojos empañados en lágrimas. Cómo has sabido describir con palabras a nuestro padre. Tu escrito es pura poesía, aunque no rime. Porque nuestro padre era pura poesía, tú y yo lo sabemos. Me encanta leerte porque te pareces mucho a mí escribiendo. Dicen que el buen escritor o poeta es aquel que lo mismo arranca el llanto que la risa de quien lo lee. Sigue escribiendo, Elena, tienes mucho por sacar y el arte no debe de guardarse, yo lo descubrí al cabo de muchos años . Te quiero sister, Estrella.

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    1. Yo también lloré y lloré mientras lo estaba escribiendo, lo que no podía ni imaginar es que te iba a llegar tan hondo. Está claro que me he dejado tantas cosas por decir de él...quizás no soy buena escribiendo, simplemente creo que cuando algo me sale del alma, sale solo.

      Yo también te quiero, sisster!

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    2. "¿Quizá no soy buena escribiendo?"... No, no se trata de ser bueno o dejar de serlo. Cuando uno escribe, dejando a un lado la gramática, el estilo y otras pamplinas literarias, lo que realmente importa es que el contenido no deje al lector indiferente, ya sea para bien o para mal,lo importante es que una vez que se empieza a leer, se lea hasta el final y que tus letras muevan el interior, de una forma u otra, que arranquen sentimientos...Y eso sólo se logra cuando se escribe desde el sentimiento más sincero mezclado con un talento innato y un don artístico que se lleva en los genes.

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  3. La verdad es que no tengo palabras, ya las has escrito tu todas... Gracias por este texto, tía; he llorado como si fuese ayer cuando se marchó. Yo también pienso cada día en él; cuando necesito tener "un par de cojones" como bien dices, cuando me siento sola, cuando escucho un bolero... Yo también sé que él está ahí. Un besazo.

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    1. Lo sé, él está en nuestras vidas, a cada paso. Al menos quiero sentirlo así! :-) Un abrazo, guapísima, te quiero, sobrina!!!!

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