21 de abril de 2013

La manada...

Me levanto de mi silla y voy al salón, él está dormido allí, en el sofá, él solo se ha debido tapar con una de las mantas que tenemos por ahí. no quiero besarlo, no quiero despertarlo. solo lo observo un segundo y me voy. 

Ahora voy a la habitación donde hay una cama en la que duerme mi perro. Está también dormido, muy dormido, hecho polvo por el día que lleva hoy de actividad, para un perro es mucho pasar el día entre perros, a pleno sol...él era feliz, pero lo acusa luego. Está K.O. Lo he besado en su bocaza grande como cien veces y ni se ha inmutado. Qué dormido está, criatura.

No sé, pero creo que no podría vivir sin este momento. Tengo a la persona y al animal que más amo en este mundo, dormidos, a mi cuidado, me siento su guardiana y su protectora, por alguna razón, al verlos dormidos, los intuyo indefensos. Y no lo están, pero quiero que lo estén. Quiero cuidarlos, el resto de mi vida, dormidos o despiertos.

Amo mi vida de guerrera protectora, porque así me siento, aunque el guerrero duerma, ella jamás descansa. Siempre estoy aquí, viva, más viva que nunca, sintiendo hasta la brisa más leve, que nos alerta, que nos augura lo bueno, lo que no es bueno.

Cuido de mi manada. Es lo que vengo a hacer en esta vida. Ahora lo sé.